El anuncio de la secesión de 12 grandes del fútbol europeo para crear una competición paralela desata una ola de indignación. Su plan se inscribe en el proceso de liberalización del fútbol de las últimas décadas. Con la Superliga, la metamorfosis oligárquica del fútbol europeo se convierte por fin en una cuestión política.
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UnUn golpe de fuerza que pone fin a 23 años de faroles y, de materializarse, una revolución para el fútbol profesional europeo. Al anunciar, con las campanadas de medianoche, en la noche del domingo al lunes, la creación de una Superliga privada independiente de instituciones deportivas, 12 de los clubes más prestigiosos del continente han provocado un terremoto cuyas consecuencias son, por el momento, incalculables, pero que parece haberles sacudido antes a ellos.