Presidente del desorden, la penuria y las mentiras, Emmanuel Macron fracasó en sus deberes ante la prueba del Covid-19. La destitución de este presidencialismo arcaico es un imperativo político para fundar una verdadera República.
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AnteAnte la Asamblea Nacional el martes 28 de abril, Édouard Philippe no dudó en evocar « la virtud », « esta antigua cualidad que combina rectitud, honestidad y coraje ». Fue al final de su discurso de presentación de « la estrategia nacional de desconfinamiento », cuando el primer ministro trataba de salvar la imagen de un Estado en decadencia bajo el impacto de decisiones contradictorias, incoherentes e irresponsables de su supuesto líder, el presidente de la República (lea el artículo de Ellen Salvi, en francés).