Durante más de seis años, el poder político francés ha dado la espalda constantemente al caso Sarkozy-Gadafi, descartando incluso la hipótesis de crear una comisión de investigación parlamentaria sobre la evolución de las relaciones entre París y Trípoli. Sin embargo, el inmovilismo político no ha impedido que Nicolas Sarkozy sea imputado. El miércoles 21 de marzo, tras 25 horas de interrogatorio, el expresidente francés quedó en libertad, pero bajo control judicial, siendo acusado de corrupción pasiva, financiación ilegal de campaña electoral y desvío de fondos públicos libios.
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LaLa política del avestruz. Desde 2012, pese al caos en Libia, pese a las sospechas de financiación ocultas y los acuerdos de Francia con una dictadura, el poder político ha cerrado continuamente los ojos ante el caso Sarkozy-Gadafi, que presenta los síntomas más graves de un escándalo de Estado.