Cuando fue elegido, Barack Obama, primer presidente negro de Estados Unidos, prometió una América finalmente libre de sus profundas tensiones raciales. Estas tensiones, tan antiguas como la República Americana, nunca han disminuido. Tienen sus raíces en la esclavitud (diez de los primeros doce presidentes de Estados Unidos poseían esclavos), pero también en décadas de meticulosa segregación y criminalización de los negros.
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