La mentira sobre el irrastreable « ataque » al hospital Pitié-Salpêtrière por una horda de manifestantes violentos, no puede ser imputada únicamente a la incompetencia del ministro del Interior Christophe Castaner (lea el artículo de Ellen Salvi, en francés). Esta mentira, repetida en bucle por altos funcionarios, desde el primer ministro, pasando por la ministra de Sanidad y el director de la AP-HP, no es más que la enésima provocación de un poder que no ha cejado, desde la aparición de los chalecos amarillos, de violentar incesantemente a quienes le contestan, con el uso de palabras de propaganda o de actos de represión.
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