Europa está dando una imagen débil y dividida: Ursula von der Leyen en la lista negra de Donald Trump, Giorgia Meloni en Washington, Pedro Sánchez en Pekín. En la guerra comercial entre China y Estados Unidos, la Unión sigue defendiendo su mercantilismo. Ya es hora de que haga política.
Los aranceles anunciados este miércoles imponen un modelo en el que EEUU, que ha maltratado a sus aliados, se enfrenta a riesgos imprevisibles. La Unión Europea, al igual que China, debe repensar ahora su nueva ubicación en el comercio global.
Lejos de reavivar el proteccionismo, la política de aranceles del presidente es una afirmación más del imperialismo desenfrenado estadounidense. Convencidos de que “tener acceso al mercado estadounidense es un privilegio”, Trump y sus allegados pretenden hacer pagar a los países por este “inmenso honor”.
Israel no solo rompió el alto el fuego el 17 de marzo, su Ejército también lanzó una ofensiva aún más letal. Mientras, el primer ministro israelí viajaba a Hungría, invitado por Viktor Orbán, pese a la orden internacional de arresto dictada por el TPI.
Hasta ahora, la Rusia de Putin había hecho de la lucha contra la dominación de Estados Unidos una prioridad de política exterior. Desde la llegada de Donald Trump, las cosas ya no son tan sencillas y ahora necesita replantearse muchas cosas.
El pasado domingo, el gobierno israelí aprobó una moción de censura contra la fiscal general del país, pese a las manifestaciones por los contrapoderes. También está siendo cuestionada la reciente destitución del jefe de los servicios de inteligencia.
El presidente de los Estados Unidos está en plena ofensiva para socavar los contrapoderes y las instituciones que considera hostiles. En su mundo orwelliano, Donald Trump no duda en invertir el sentido de las palabras y prohibir otras.
Las mujeres con poder en el Reino Unido, menos numerosas que los hombres, son consideradas modelos a seguir, lo quieran o no. Algunas de ellas se oponen sin embargo al feminismo y denuncian ciertos derechos adquiridos por las mujeres.
Desde la “traición” americana, en Europa crece la presión para utilizar los activos rusos congelados, bien para ayudar a Ucrania o para rearmarse. Pero hay grandes incertidumbres que pesan sobre esta decisión y no parece que haya consenso en las instituciones europeas.
Sin el paraguas de Estados Unidos y frente a un vecino amenazante como Rusia, ¿están indefensos los países europeos? Hay varias razones que justifican un esfuerzo de defensa, pero el dinero no lo es todo.