¿Por qué terroristas fichados consiguen llevar a cabo sus planes? ¿Por qué los servicios de inteligencia parecen condenados a una impotencia crónica? ¿Por qué la clase política se niega en poner en marcha la gran reforma exigida por muchos expertos? Mediapart entrevistó a decenas de personas (jueces, agentes de inteligencia, policías, expertos, políticos ...), se inmiscuyó en varios procesos judiciales y comparó varios informes para explicar la crisis sin precedentes que sufre la lucha contra el terrorismo en Francia.
El 15 de enero, un coche camuflado de la Dirección General de Seguridad Interior francesa (DGSI) sigue el Citroën C3 de Amar R. Los servicios secretos se interesan por el excompañero de celda de Amedy Coulibaly porque es uno de los últimos que vio al asesino del hipermercado kosher el 6 de enero, en vísperas del ataque contra Charlie Hebdo. El C3 llega a su destino, en Fort de Rosny, donde hay varios departamentos de la gendarmería; donde, también, vive la amante de Amar R., una suboficial recientemente convertida al islam. El coche de la DGSI aparca en la misma calle en la que se encuentra la entrada del cuartel. Uno de los agentes de paisano reconoce un rostro que le resulta familiar en un coche aledaño, estacionado no muy lejos. Se trata de un colega de la Dirección de Inteligencia de la Prefectura de Policía (DRPP) de París, otro servicio de inteligencia. Hasta ese encuentro fortuito, la DGSI y la DRPP ignoraban que vigilaban, unos y otros, al mismo objetivo, de forma simultánea.